De 0 a 1 años
La sexualidad en un niño recién nacido está muy vinculada a la relación con sus padres. Su vivencia a través de los cuidados y las caricias de sus progenitores. A través de ellos se crean lazos afectivos que serán necesarios para el desarrollo social y sexual de estos niños.
De 1 a 3 años y medio
En la segunda etapa, el niño tiene un estrecho vínculo con su familia, esto hace que su pensamiento se vaya enriqueciendo. En esta etapa se oponen a las reglas que imponen sus padres, como una forma de afianzar su independencia. Asimismo, experimentan más sensaciones de placer al controlar los esfínteres y al evacuar, con lo que empiezan a conocer su cuerpo, lo que necesitan y lo que les produce placer. Esta etapa o fase, de acuerdo a las teorías psicoanalíticas de Sigmund Freud, se divide en expulsiva y retentiva, primero ve placer en largar y luego en retener, un fenómeno típico correspondiente a la fase anal.
De 3 años y medio a 6 años
En la tercera etapa, se caracteriza por la exploración del mundo, tanto a nivel físico, como social, con lo que refuerzan los vínculos con su familia y amigos. Por ello, comienzan a descubrir su sexualidad y nos encontramos con el periodo de enamoramiento del padre del sexo opuesto o en algunos casos hasta del mismo sexo. Por otro lado, aprenden a relacionarse con otras personas y a ensayar sus roles sociales así como a identificar su propio sexo. Es importante que los padres no coaccionen las conductas que puedan ser del sexo opuesto.
De 6 a 9 años
En la etapa cuarta, el crecimiento físico va equilibrándose con el desarrollo afectivo, permitiendo que surja el interés de conocer y saber sobre el mundo y sus fenómenos. De la misma manera, es fundamental el reconocimiento de las personas de su entorno hacia ellos, y cómo afecta esto a la concepción de su propia imagen.
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